¿Cómo admirar "El hombre tranquilo" sin sentirse culpable?

¿Cómo admirar "El hombre tranquilo" sin sentirse culpable?
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Portada Original de "El hombre tranquilo" (www.wikipedia.org)

El 3 de marzo de este año se publicó en "El País semanal" un artículo titulado "Hacia una nueva masculinidad" en el que el actor Juan Diego Botto afirmaba que ha tenido que trascender el referente de masculinidad de su película favorita, John Wayne en El hombre tranquilo, porque “abofetea a las mujeres para tranquilizarlas”.

Cuando lo leí recordé un viejo dilema con el cual mis amigos cinéfilos y yo hemos tenido más de una discusión. ¿Es lícito admirar películas (y por extensión, cualquier obra) que puedan transmitir unos valores con los que no estás de acuerdo?, ¿debemos borrar de nuestra lista de favoritos las películas que adoramos porque hemos tomado conciencia de que actualmente defienden o normalizan posturas indefendibles?.

El ejemplo paradigmático que se suele utilizar para ilustrar esto suele ser "El triunfo de la voluntad" de Leni Riefenstahl. Se trata de un documental propagandístico rodado en 1934 que retrata el Congreso nacionalsocialista en Nurenberg. La directora fue pionera en la utilización de ciertas técnicas cinematográficas y ha tenido una enorme influencia en el cine posterior. El problema es que dichas técnicas se pusieron al servicio de la glorificación del régimen Nazi.

Lo cierto es que casi nadie ha visto "El triunfo de la voluntad". Sin embargo, "El hombre tranquilo" no sólo la ha visto mucha gente, sino que además se cuenta entre las películas favoritas de nuestros padres y abuelos y, aunque parezca mentira, hoy en día sería una película tan políticamente incorrecta que dudo que se pudiera realizar.

Revisemos el argumento. Sean Thornton es un hombre que, atenazado por el trauma terrible de haber matado a un hombre durante un combate de boxeo, vuelve a su pueblo natal de Irlanda. Nada más llegar tiene un conflicto con Willy Danaher, hombre corpulento y agresivo que le jura odio eterno. Posteriormente se enamora de  Mary Kate Danaher, hermana de Willy. Es una mujer hermosa pero algo rebelde, lo cual parece destinarla a la eterna soltería hasta que conoce a Sean. Willy por supuesto no tolera la relación. Finalmente Sean se casa con ella pero el hermano le niega la dote y además golpea al novio, que no responde, lo cual es interpretado por Mary Kate como falta de hombría. Naturalmente Sean es un hombre de verdad. Si no responde a la agresión es debido a que se juro a sí mismo no volver a pelear tras el combate fatídico.

Hundida por la vergüenza de amar a un hombre aparentemente indigno y poco viril, Mary Kate intenta marcharse en tren a Dublín. Sean, enfurecido, camina  hasta la estación y, literalmente, la arrastra durante varios kilómetros por el campo ante el regocijo general de los habitantes del pueblo (una mujer le alcanza una vara para ayudar a meter en vereda a su esposa) hasta llegar a la casa de Sean, donde le exige la dote. Entoces, ahora sí, se inicia una monumental pelea entre Willy y Sean por todo el pueblo, ya que al fin y al cabo es como deben resolver sus diferencias los hombres de verdad. Finalmente, Sean se gana el respeto de su esposa, de Willy y del resto de los habitantes del pueblo.

Ni el mayor simpatizante de Vox escribiría hoy en día un argumento semejante. Algunos dirán que al fin y al cabo la película se desarrolla en la muy conservadora Irlanda rural de los años 20, y que el argumento se adapta a los valores de la época. Puede ser, pero el problema no es lo que que cuenta sino el enfoque. Está claro que Sean es un héroe, y nuestro héroe es capaz de arrastrar a una mujer por el campo varios kilómetros para darle una lección, incluso agredirla si lo considerase necesario. Mary Kate no solo no reproba su actitud, sino que además admira la actitud de su marido. Por fin le ha demostrado su hombría.

Entonces, ¿podemos estar de acuerdo todos de que estamos hablando de una película detestable?.Pues la cosa no parece tan sencilla. Por la dirección magistral de John Ford, que hace que el relato fluya con absoluta perfección entre el drama y la comedia. Por contar con un elenco de personajes divertidos y entrañables, desde los protagonistas hasta el genial personaje de el casamentero Michaleen Oge Flynn. Por la pasional escena del cementerio. Por la química entre John Wayne y Maureen O'Hara. Porque la película es, en conjunto, una absoluta delicia que transmite vitalidad de principio a fin.

Siendo así ,¿cuál es la actitud que debemos tener ante ella?. Le dejo al juicioso lector que responda lo que considere oportuno. Yo por mi parte seguiré viéndola cada cierto tiempo y disfrutándola, asumiendo, como no puede ser de otra manera, que el tiempo pasa y los valores cambian y que el cine, como cualquier obra artística, refleja para bien o para mal los valores de su tiempo.

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