A vueltas con "Roma"

A vueltas con "Roma"
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Parte del reparto de la película, de izquierda a derecha: Jorge Antonio Guerrero, Marina de Tavira y Yalitza Aparicio

Es muy probable que usted, amigo lector, no tenga un interés especial en el cine ni esté al día de los últimos estrenos. Sólo va al cine de forma ocasional, sin tener demasiada información previa, normalmente aconsejado por algún amigo/conocido con el que cree compartir gustos. Si es así, casi seguro que el título "Roma" no le suene de nada pero la descartaría porque las películas de romanos, con la exepcion de "Espartaco", a usted nunca le han interesado.

Sin embargo, si usted está en una posición intermedia entre un aficionado interesado y un cinéfilo-cinefago enfermizo, habrá leído y oído mucho de ella y probablemente habrá llegado a las siguientes conclusiones:

  1. Aparecen muchos personajes con acento mexicano para ser "una de romanos".
  2. Netflix, enemiga acérrima del cine, se niega a realizar un estreno como dios manda de las películas que produce en salas de cine, entre ellas "Roma".
  3. Netflix piensa que somos incapaces de entender nuestro propio idioma con acento mexicano y, por ello, nos obliga a verla con subtítulos en español de España.
  4. "Roma" es una indiscutible obra de arte y el que disienta es porque:
  • A) No le gusta el cine
  • B) No tiene sensibilidad
  • C) Es idiota
  • D) Es xenófobo
  • E) Una o varias de las opciones anteriores

El primer punto no creo que merezca mayor análisis. A continuación desarrollaré el resto

2- El cine siempre es mejor visto en pantalla grande. Da igual qué película sea, siempre es mejor. Cuando se va al cine uno se compromete de forma implícita a prestar toda su atención a lo proyectado el tiempo que dure, y la sala ofrece el entorno más adecuado para ello. Además, en el caso concreto de "Roma", se nota que es una película pensada para ser vista en cine. El uso del formato de pantalla ancha (que en cine queda muy bien pero en TV obliga a utilizar pestañas), la abundancia de planos generales y la enorme importancia del sonido la delatan.

Dicho esto, parece de peregrullo afirmar que para que una película exista hace falta que alguien ponga dinero, y en este caso la aportación de Netflix ha sido fundamental, dejando además que Cuarón la filmase como le diera la gana, saltándose todos los estándares del cine más comercial. Ante esto parece absurdo decir que Netflix es enemiga del cine pese a que su política de distribución sea discutible. Parece más una guerra entre los distribuidores tradicionales, que ven peligrar su futuro, y las nuevas plataformas de streaming. Veremos en qué acaba todo, pero parece que el modelo está abocado a la realización de estrenos simultáneos en salas y en streaming.

3- Se debe dejar claro que Netflix no obliga a  verla con subtítulos (salvo los breves momentos en los que se habla en el idioma indígena Mixteco) sino que daba la opción de poder usarlos. La polémica vino porque en las pocas salas españolas donde se estrenó (o al menos en algunas de ellas) decidieron utilizar subtítulos, y además seleccionaron para ello la "traducción" al español "de España".

Es cierto que "Roma" tiene un sonido magnífico y los diálogos se entienden perfectamente. Y el castellano que hablan, salvo en casos muy puntuales con algunas expresiones que se pueden entender por el contexto, es totalmente comprensible para el españolito de a pie, pero no por ello entiendo que se critique el dar la opción (no obligar) de utilizar un subtitulado adaptado a las expresiones españolas. Entiendo que puede haber varios motivos para utilizarlos y no sólo la incultura lingüística. Además, dar la opción de poder escuchar un contenido en varios idiomas y con varios subtítulos como hace Netflix no es algo a mi juicio criticable sino todo lo contrario. Es curioso que alguno se rasge las vestiduras por esto y no se percate que la práctica casi centenaria del doblaje puede ser todavía más aberrante, aunque no nos demos cuenta por la fuerza de la costumbre.

4- Quizas ya haya visto o intentado ver "Roma" y, aunque todo lo que ve y oye le parece muy bonito, se haya aburrido soberanamente. Es entonces cuando le ha entrado un enorme sentimiento de culpabilidad, porque todas las reseñas son unánimes en señalar lo maravillosa y magistral que es. Si ha sido así no se preocupe, porque a muchos críticos que han escrito sobre ella les habrá pasado exactamente lo mismo pero nadie o casi nadie se ha atrevido a reconocerlo. 

Cuarón realiza un cuadro autobigráfico muy poético del México de su infancia, de su casa, del barrio de Roma, del cine, de sus tiendas, de la música que sonaba en las radios, de los sonidos de la ciudad y de sus tragedias. Y lo hace a través de los ojos de Cleo, la criada de la familia, testigo de todo lo que acontece siendo parte de la familia y a la vez no siéndolo, y cuyo drama personal es el hilo conductor.

La forma de narrar es deliberadamente pausada para que el espectador repare en los detalles y respire la película. Es, en definitiva, una película de sensaciones que, por supuesto, no le llega a todo el mundo de la misma forma. Mientras unos permanecerán hipnotizados de principio a fin, los que busquen ritmo y una trama perfectamente construida no podrán entrar en ella. No es para todos los gustos y por ello me llama la atención la casi unanimidad crítica. Lo cierto es que cuando esto ocurre, hay que empezar a inquietarse. Así que, si no le ha gustado, mantenga la calma porque es posible que ninguna de las opciones planteadas anteriomente se ajuste a su realidad.

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