Internet ha acabado con el cine clásico

Internet ha acabado con el cine clásico
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Ciudadano Kane (Foto: Wikipedia)

Si, lo se. Lo que indica el titular no es cierto. De hecho ahora es mucho más fácil acceder al los clásicos de lo que era antes. ¿Qué quieren que les diga? Un servidor tiene como articulista sus limitaciones y necesita recurrir a un titular rotundo para que hagan click sobre él. Me disculpo por ello pero, ya que usted y yo hemos llegado juntos hasta aquí, ¿Qué le parece seguir leyendo y de paso le explico que, si bien no ha acabado con él, le ha restado visibilidad?

Si tener datos en la mano que lo corroboren me atrevería a decir que nunca se ha consumido tanto producto audiovisual como hoy en día. Tenemos todo tipo de dispositivos móviles, ordenadores, televisores inteligentes y demás parafernalia tecnológica que nos permite acceder a cualquier película o serie de cualquier país. Tenemos acceso a una cantidad tan ingente de contenidos que necesitaríamos 300 vidas para poder ver todo lo que nos podría interesar. Este mes de marzo sin ir más lejos las grandes plataformas digitales estrenan nada menos que 22 contenidos nuevos entre películas y series. 

Ante tal abrumadora oferta, ¿Qué le puede llevar a un chaval cinéfilo de veintipocos años, a interesarse por el cine viejuno de Orson Welles, John Ford, Alfred Hitchcock, Ingmar Bergman y de otros tantos maestros del cine? Salvo que tenga una inquietud cinéfila casi de carácter arqueológica, ninguna. Los contenidos recientes ya cumplen con creces sus necesidades.

Cuando yo era niño la oferta cinematográfica era muchísimo más reducida y las películas emitidas por televisión no solían ser precisamente recientes. A principios de los 80 teniendo yo unos 5 años se emitió un ciclo de películas mudas de Harold Lloyd los viernes a la tarde noche que me hacían reír a carcajadas. También me encantaban las películas de Charlot. 

Con algunos años más recuerdo pasármelo en grande viendo "Hatari!", "Los vikingos", "20.000 leguas de viaje submarino", "Mary Poppins", "Ivanhoe", "Con faldas y a lo loco", "Con la muerte en los talones" y otras tantas películas que en aquella época ya podían considerarse clásicos.

Ver este tipo de cine en la infancia es, aparte de divertido, una forma de quitar prejuicios. Es descubrir que el cine mudo tenía un lenguaje propio que esquivaba la limitación de no tener sonido. Que la fotografía en blanco y negro puede ser increíble. Que una película antigua tiene la misma capacidad de transmitir emoción que una actual.

Gracias a esta falta de prejuicios y a la curiosidad fui descubriendo otras películas de los mismos directores, de los mismos actores, y estás me llevaron a otras...

No me malinterpreten. No soy un nostálgico que piense que cualquier tiempo pasado fue mejor. Lo que si creo que, en un tiempo como el actual en el que estamos a un click de llegar a cualquier cosa, resulta paradójico que al final, todos tendamos a ver contenidos muy recientes. Una película que tenga más de 20 años ya es antigua y no le prestaremos atención. Si tiene más de 30, la consideramos protocine.

Sólo espero que el cinéfilo de veintipocos años sea realmente curioso, y que cuando lea en una crónica que algo que ha visto y le ha gustado se parece, pongamos, al cine de John Ford, busqué en internet y descubra quien era ese señor tan raro con un parche en el ojo, y de paso que vea alguna maravilla de las que hizo.

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